domingo, 9 de octubre de 2011


La verdad de Napoleón, quien gana tiene el derecho de contar su historia y quien pierde el derecho es someterse.


Escrito por: Altair

             No hay que hacer una presentación oficial del artífice del golpe de Estado del 18 de Brumario, que le convirtió en Primer cónsul, y cónsul vitalicio desde el 2 de agosto de 1802 hasta su proclamación como Emperador de los franceses. 

          Como todos los que buscan expandirse, estableció colonias y pequeños imperios, es decir su fama es señalada en la mayoría de los textos históricos, políticos y jurídicos incluso filosóficos. Falta el sarcasmo que también sea mencionado en los libros de urbanidad o buena conducta.

            Quizás, hay a quienes su condición de libertador de naciones y constructor a la par nuevas tiranías, les haga gran alago. Pero a todos aquellos a los que en ningún momento les importó la guerra, poco les gustara oír este mito de la historia, el de que un hombre tenga grandes hazañas a costa de los mas débiles. Los vivos son expertos en callar la memoria de los muertos al menos aquellas memorias que no convienen recordar por que sus palabras desatan la ira de la revolución.

Como Napoleón, muchos otros, por ejemplo con Hesíodo y Homero, ellos, también nos relatan las batallas griegas y su propia batalla de envidias entre ambos por ser el que mejor al escribir y relatar  la historia. Pero  sin duda, recuerdan aquella batalla en que cae Troya, en donde Agamenón, sueña con poseer este imperio a cualquier costo, con Agamenón, la vida no vale, el poder lo es todo. Estas historias míticas verdad o mentira, ilustran al tirano, al que piensa que el ser humano no es más que un instante mientras cierra los ojos y su cuerpo se convierte en carroña para las alimañas.

La historia de los próceres está llena de violaciones de derechos humanos y afirmo que los derechos humanos existen desde siempre así a los teóricos les disguste y solo se empeñen en señalar que el concepto apareció después de la ilustración, es verdad, solo es y hay luz donde a ellos les conviene.

Así como para Platón al explicar el mito del hombre de la caverna, hoy los hombres de poder quieren que  perviva el mito de los derechos humanos, es decir, que no salgan a la luz, por lo que hombres de ciencia y con magníficos títulos universitarios, elaboran grandes teorías y, a propósito, estas teorías, son magnificas y ricas en contenido y, con ellas, pretenden impedir que algo tan obvio, como son los derechos humanos, sean lo que la humanidad corpórea de la persona, explican por sí misma, sin tener que recurrir a método científico alguno.

Cuando Napoleón sumaba una victoria su imperio crecía enormemente, pero cuando tuvo una derrota, una tiranía termino para iniciar otra. Esa es la historia de las revoluciones. Matar el ojo de la serpiente, y poner otra serpiente que en su inicio dice ser mejor, pero de modo lento, se va convirtiendo y siguiendo los pasos de aquella serpiente muerta que aun vive en la memoria de los que perdieron la guerra, y que esperan la oportunidad para retomar el poder.

Cuando España era quien dominaba como colonias suyas a América y África, el oro, los diamantes y todo lo exótico era trasportado y, en tierra de nuevo mundo quedaba un camino de muertes y se iban instalando los nuevos dueños de la tierra. Pero eso no solo lo hizo España, también lo hizo Francia, Inglaterra, y muchas otras culturas anteriores a las mencionadas. Lo cierto es que la única conquista sin violación de derechos humanos es aquella que un recién nacido le da a su madre y ella, en respuesta al maravilloso don de la vida le ofrece una sonrisa. El  elogio es para la mujer que porta la cuna de la vida y da al mundo hombres buenos; y que tanto ha sufrido a causa de la desigualdad de los hijos que engendra.

Regresando a las conquistas, Napoleón, hizo buenas cosas, la codificación de las leyes; claro que es importante, pero ojo, el hombre cambio el oxigeno por la ley, sin ella, no es capaz de respirar. Y de modo subsiguiente mato en nombre de la ley, como se hacía en otros tiempos. La lucha del hombre por defender su vida y ser un hombre libre no es nada nuevo, es y  ha sido desde siempre. La maldad habita en el corazón humano y su homologo no son los derechos humanos; su homologo, es la barbarie y sus ansias de poder y dominar. Poco se equivoco Hobbes, el hombre se mata así mismo por metales, por tierra y por ideas.

En las colonias españolas de 1750-1810, la libertad y su busqueda para abolir la esclavitud era un lujo que no podían conceder los españoles, porque el nuevo mundo sostenía al viejo. Pero lo interesante de las hazañas históricas es lo que sucede cuando estás terminan y, es ahí en donde Napoleón acierta al decir que “la guerra tiene muchos padres pero la derrota es huérfana”.

En 1810 unos hombres cambiaron para siempre la historia de la conquista española, una revolución dirigida por Simón Bolívar, libertó del yugo español a una Nación agobiada por la tiranía. El maltrato era el desayuno, los abusos contra los negros e indígenas era la comida y la cena era la muerte.  

Aquella fecha de 1810, la historia conto lo que en otros intentos realizados en la antigüedad habían fracasado, aquellos hombres vencieron al ejército español, y como premio de su victoria fueron llamados próceres de la patria, cuál sería el padre de aquella guerra si se hubiese perdido. 

El fin de una guerra, es el nacimiento de las negociaciones políticas, es un debate por los intereses con el fin de instituir un nuevo sistema. Este nuevo sistema como todos, se sale de las manos y caen en tiranía. Espero que a la democracia no le ocurra lo mismo.

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