domingo, 3 de febrero de 2013

Los pasos del justo. Pervivencia del mensaje.


Por: Cmagudelo.
            05/01/2013.
Una vida es insustituible, hay que tomarse en serio este derecho.
Estimados y apreciados letrados y ciudadanos: si recordáis el mensaje que se nos ha dado desde el principio de los tiempos, este mensaje no es otro que el de obrar y vivir con justicia. Este mensaje fue desconocido por la sociedad griega, romana, china y otras que antecedieron al nuevo mensaje expresado con posterioridad al año cero después de Cristo. La justicia y la rectitud son el escudo y la lanza del guerrero, ambas invitan al hombre a vivir en sociedad.
Pero tanto la justicia, como la rectitud y también la equidad fueron desconocidas por el hombre de otrora, pues también las ha desconocido el hombre medieval. Durante toda la existencia de la humanidad, la brutalidad ha sido el mayor de los mensajes para regir el mundo sin piedad y sin justicia.
¿Tan difícil es entender y concebir la justicia y la equidad, tan difícil es que el ser humano entienda estos dos conceptos? Pues al vulnerarlos, también se vulneran de modo automático todos los demás derechos que a su alrededor orbitan. 
¿Por qué es tan difícil el que los hombres se entiendan los unos a los otros? Pero lo difícil de que cada hombre acepte y ayude a la vez a su semejante, no es más que por su condición de egoísta. Es preciso que la sociedad no sea un Caín errante, de serlo la paz difícilmente llegara a las naciones y más difícil aun que llegue el amor.
Quizás la comparación no sea la más adecuada pero Caín es al delito como una acción negativa es a la violación de las leyes y la Constitución. La metáfora Bíblica de Caín y Abel, es la representación de lo bueno y lo malo, de lo justo y de lo injusto, de la esperanza y de la desesperanza.
El incumplimiento de la ley sea esta divina, natural o positiva no tiene otra consecuencia que las acciones malas y contrarias a estas leyes por parte de los hombres. Toda acción mala tiene consecuencias con forme a la Constitución y a la ley. En tanto que una acción buena, esta nace de la Constitución y de la ley; pero el hombre no puede sorprenderse cuando por sus malas acciones sea rechazado y repudiado. Pues vivir conforme a la ética y a la moral es la senda del justo, estar por fuera de ellas, es la senda del injusto, quien debe ser castigado permanentemente.
El hombre que respeta las normas que rigen una sociedad, es como aquel justo que renunciando a todo, pero dejando lo necesario, lo entrega para servir a los demás. El paso de la injusticia a la justicia no es un paso difícil, solo basta con aceptar que existen normas que rigen a todos para vivir en sociedad. Todo aquel que persevere en la injusticia recibirá el castigo que se merece. Mientras que aquel que obra con justicia y rectitud sobre él se erige la justicia y la equidad.
Todo accionar sustentado en el odio, tiene como consecuencia acciones llenas de odio y de maldad; mientras que una acción buena no tiene consecuencias malas; por el contrario, una acción buena construye buenos hábitos y armonía social.
Así como el que mata, hurta, roba, falta al deber de cuidado o extorsiona, son acciones que están cimentadas en un dejarse influenciar por las malas acciones y conductas. Pues es bien entendido que el que mata, hurta, roba, extorsiona tiene perdón de la justicia. Pero el que se basa en la solidaridad, el amor, la esperanza, la bondad y el bien, la justicia es su mejor amiga y no tiene porque hacerle ningún tipo de sanción.
Ahora, aunque la justicia sancione a quien actúa mal, el hombre debe de actuar sin odio; esto es, sin odiar al que se ha equivocado; pues el odio, es el mayor enemigo de una sociedad que quiere vivir en armonía. Perdonar implica evitar que una sociedad se subsuma en una disputa permanente y en un desasosiego guiado por el odio.
Estimados amigos, hay que valorar la Constitución no de palabra y mucho menos de boca, sino de verdad y con obras que conduzcan a su materialización. Si así es realizado por el ciudadano, se conocerá que este, obra conforme a los mandatos constitucionales y no conforme intereses propios. La conciencia del demócrata debe ser tal que no consienta el más mínimo incumplimiento de la Constitución. Y en caso de que una conciencia sea vendida, siempre está a tiempo para retractarse, pues es mayor el poder que nace de la Constitución que la conciencia misma de la persona. Pues ella <> aunque conozca todo de cada persona, es mayor la sanción moral y ética cuando obra por fuera de la justicia. 

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